El juego y el rendimiento escolar
El tiempo “estructurado” en clases escolares y el tiempo “libre” en el recreo escolar son igualmente importantes para la adquisición de un aprendizaje integral en los niños. Como veremos en líneas posteriores, las horas de actividad física y de juego favorecen plenamente la capacidad de adquisición de conocimiento. Además, nos adentraremos en las razones por las que este derecho infantil no debe ser elidido dentro de los recintos escolares.
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La actividad física y su vínculo con en el aprendizaje infantil

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, los niños de 1 a 5 años –edades que se consideran como la primera infancia–, deberían mantenerse en movimiento por al menos 3 horas. Al subir la escala de edades, a partir de los 5 años y hasta los 17 años, se recomienda que se unan a la práctica de alguna actividad física, cuya duración debe durar al menos una hora.
Estas recomendaciones vienen, por un lado, para apoyar la cimentación de hábitos saludables y para la prevención de enfermedades crónicas (como diabetes, la hipertensión y la obesidad), desde edades tempranas.
Por otro lado, esta consideración de la OMS nos impulsa para concientizar lo importante de la actividad física en el desarrollo infantil de aptitudes primordiales para la vida como lo son la creatividad, la autodeterminación, la independencia, la resolución de riesgos y la sociabilidad.
Enfocándonos en el ámbito escolar infantil, se tiene que la actividad física contribuye a que se dé un notable aumento en los niveles de concentración y atención en los niños que disfrutan de un recreo activo y juegan a menudo en el parque. Como resultado, tenemos a chicos más receptivos, que pueden procesar y guardar información importante para su desempeño académico no sólo en las horas de clase, sino también fuera de los colegios.

El juego nutre al cerebro
Ahora bien, desde la perspectiva biológica, se constata que la actividad física en los niños, como el juego, influye de forma contundente para que el cerebro se mantenga saludable, funcione de manera óptima y adquiera información con mayor facilidad. Los juegos físicos influyen totalmente en la creación de conexiones neuronales (sinaptogénesis) y la creación de nuevas neuronas (neurogénesis) en áreas cerebrales como la corteza motora, prefrontal e hipocampo.[1] Quiere decir, que, en estos procesos de maduración, se va captando, procesando y almacenando información de una forma mucho más efectiva que si sólo se emplea una memorización sin un enfoque práctico.
[1] Julia Velásquez Oreste et al. Actividad Física y desarrollo de funciones cognitivas de niños y niñas de 4 a 5 años: revisión sistemática. Revista Educación Física Chile – UMCE, Núm. 274, Agosto 2022. En línea: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/8764971.pdf
Asimismo, la elevación del flujo sanguíneo que se genera tras correr, trepar, saltar, bailar o balancearse, favorece un buen suministro de nutrientes (como glucosa, aminoácidos y oxígeno) para que el cerebro realice satisfactoriamente las tareas que le son asignadas.

El juego relajó a la mente
En ocasiones, las horas que se pasan en los pupitres escolares suelen ser agobiantes para los niños. Especialmente si los planes escolares contemplan pocas horas de movimiento físico, tanto en el recreo como en las clases de educación física, danza, música o expresión corporal. La consecuencia de esto se refleja en “comportamientos negativos”, como estrés, ansiedad y fastidio. Entre las manifestaciones más típicas se encuentran desde el rechazo a continuar con las actividades establecidas por los profesores, o la incapacidad de seguir instrucciones básicas durante las horas de clase.
¿Cómo ayuda el juego a que los chicos se relajen? Pues bien, al jugar se liberan endorfinas y dopaminas que nos hacen sentir mejor, más relajados y receptivos a la información que estamos recibiendo. Además, según se ha comprobado, creamos recuerdos positivos que se traducen en la vida diaria como sentimientos de seguridad, tranquilidad y, por supuesto, alegría Si lo trasladamos al entorno escolar, como el recreo, existe un alto porcentaje de que será más sencillo retomar con más ahínco las actividades dentro del aula escolar y disfrutarlas.
Durante el juego también se aprende
Según vimos en líneas anteriores, hay múltiples aprendizajes que se dan cuando los chicos crean juegos y se les permite desafiar sus propias habilidades.
Invitación para crear más espacios lúdicos en centros de aprendizaje infantil
Para finalizar, y reforzar el objetivo de que los niños deben jugar y moverse para mejorar su rendimiento escolar, a continuación, exponemos algunas razones por las que cada centro escolar debería incorporar elementos lúdicos en su espacios al aire libre.

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En conclusión, los juegos son especialmente relevantes y preciados en la vida de los niños como medios que les permiten experimentar y comprender el mundo que los rodea. El aprendizaje escolar es parte de ese mundo que nutre y moldea la mente infantil.
Por tanto, si buscamos impulsar esa capacidad innata en los pequeños, lo mejor que podemos hacer es dejarlos moverse, dejarlos jugar.
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