Los primeros años de vida son esenciales para el desarrollo vital de una persona, ya que en esta etapa la genética y las experiencias con el entorno perfilan la arquitectura del cerebro y diseñan el comportamiento humano. En la primera infancia, el cerebro experimenta cambios fenomenales: crece, se desarrolla y pasa por periodos sensibles para algunos aprendizajes, por lo que requiere de un entorno con experiencias significativas, estímulos multisensoriales, recursos físicos adecuados; pero, lo más importante, necesita de un entorno potenciado por el cuidado, la responsabilidad y el afecto de un adulto comprometido.
Por eso los padres, las guarderías y centros infantiles, juegan un papel muy importante en esta fase de la infancia.
La guardería se concibe como un espacio educativo – asistencial destinado a favorecer el desarrollo físico, cognitivo, afectivo y social de los niños y las niñas, dentro de un ambiente de respeto a sus derechos, de cordialidad, calidad y calidez en el trato.